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5/11/14

Los nacimientos más extraños del mundo animal

Las ballenas dan a luz crías de hasta 1,5 toneladas.

La necesidad de cada especie animal de reproducirse ha dado lugar a una serie sorprendente de soluciones para resolver el tema del cuidado de los hijos.

Desde traer a las crías al mundo cuando están listas para enfrentarse a él, hasta padres que renuncian a alimentarse para cuidar a los huevos en la boca, las especies han desarrollado una serie de comportamientos inusuales para asegurarle a su preciosa descendencia el mejor de los comienzos.
Las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) paren bebés gigantes, de hasta 1,5 toneladas, lo que equivale al peso de una beluga adulta.

Los ballenatos son capaces de nadar inmediatamente, pero tienen que desarrollar sus habilidades muy pronto, ya que en solo seis semanas deberán acompañar a sus madres en una migración de casi 5.000 km en busca de alimento.
“El tamaño es una función de la eficiencia para las ballenas: mientras más grandes, más fácil les resulta nadar”, explica Rachel Cartwright, directora del Keiki Kohola Project, que estudia a los ballenatos de jorobadas en el archipiélago de Hawái y Alaska.
“A medida que crecen, los ballenatos flotan mejor, ya que la proporción de peso y talla cambia”, dice.

A pesar de su tamaño y de la gran popularidad que gozan entre los aficionados a las ballenas, el nacimiento de las jorobadas está rodeado de mística.

El nacimiento de las ballenas, hasta el día de hoy, está rodeado de misterio.

Aparte de un par de observaciones superficiales, la ocurrencia de este evento aún no ha sido documentada de manera confiable.
“En los últimos 20 años hemos encontrado un par de rastros de tejido placentario en las aguas de Maui”, agrega Cartwright.

“La placenta es enorme, como un gran paracaídas blanco y maloliente. Así que sí hay nacimientos en esta zona, pero es posible que no sean la norma”.
“O podrían ocurrir de noche, o en las profundidades. Tienen que estar impulsados por el objetivo de reducir la posibilidad de ataques de depredadores. Sigue siendo un gran misterio”.
Incubación estrambótica
El sapo de Surinam lleva los huevos en su espalda.

El mismo secreto no ha rodeado, desafortunadamente, uno de los nacimientos más truculentos del mundo animal, el alumbramiento por la piel del sapo de Surinam (Pipa pipa), filmado por la BBC en su serie Weird Nature (“Naturaleza Extraña”), que salió al aire por primera vez en 2002.
Todo comienza con una energética cópula que permite que los huevos fertilizados se incrusten en la espalda de la hembra.

Ésta desarrolla piel alrededor de cada huevo, formando una estructura de panal. Los huevos se rompen y las crías se forman dentro de estos bolsillos de piel en el curso de cuatro meses.
Es una forma innovadora de asegurar la supervivencia de hasta 100 huevos, los cuales evitan los peligros de nadar libremente como renacuajos y salen triunfantes como sapitos totalmente formados.
Otro comportamiento peculiar es la incubación bucal, en la que las crías son incubadas en la boca de sus padres.
Algunos peces guardan los huevos en su boca y no se alimentan hasta que nacen sus crías.
Muchas especies de peces cíclidos lo hacen: la hembra pone los huevos y luego los recoge en su boca.
Los machos los fertilizan ahí, donde los huevos se quedan unos siete días hasta que se rompen. Sin embargo, algunos padres dedicados los llevan varias semanas, renunciando a alimentarse hasta que liberan a los jóvenes peces.

“Para la mayoría de los peces, ser un huevo apesta”, dice Ronald Coleman, profesor asociado de ciencias biológicas de la Universidad Estatal de California, en Sacramento, quien filmó el proceso en su laboratorio.
“Muchos, pero muchos huevos mueren por causa de hongos, de depredadores o arrastrados por la corriente. Los huevos que crecen en la boca disfrutan de la buena vida”, explica.
“Cuando los alevines salen de la boca de sus padres, son grandes y están listos para partir, lo que les da una ventaja increíble en términos de supervivencia”.

Papeles invertidos
Volviendo a los nacimientos que no te revolverán el estómago, la llegada al mundo del caballito de mar erecto (Hippocampus erectus) representa un completo cambio de roles.
Los machos desarrollan una bolsa especial en sus estómagos.
El macho de los caballitos de mar es el que se ocupa de la fertilización, la incubación y el nacimiento.
La hembra pone los huevos en esta bolsa, y a partir de entonces todo el trabajo lo hace él: desde la fertilización y la incubación hasta el nacimiento.
La familia de peces Syngnathidae, a la que pertenece el caballito de mar y que incluye al pez aguja y al dragón marino, constituye el único grupo de animales en el que son los machos los que experimentan el “embarazo”.

Los científicos han descubierto que esto ha causado cambios significativos en el apareamiento de algunas especies, en el que los machos se vuelven selectivos, escogiendo a las hembras más grandes y decidiendo cuántas crías sobreviven.

Mientras que algunos nacimientos son realmente majestuosos, las crías de las jirafas enfrentan un comienzo dramático, ya que el animal más alto sobre la faz de la Tierra da a luz de pie.
La jirafa simplemente deja caer al ternero desde una altura de 1,83 metros al piso. En este proceso se rompe el cordón umbilical.

Increíblemente, al pequeño no le pasa nada y se vuelve muy activo poco después.
“Caminan en la primera hora de vida”, dice Stephanie Fennesy, de la Fundación de Conservación de la Jirafa.
Las jirafas dan a luz de pie, dejando que su cría caiga al suelo desde una altura de casi dos metros.
“Esto es muy importante porque son muy vulnerables a los depredadores inmediatamente después de nacer. Aproximadamente el 50% de las crías no sobrevive al primer año”.

Las pequeñas jirafas deben medir cerca de 1,83 metros al nacer para poder tomar leche de su madre.
La gestación dura unos 15 meses, pero tal inversión puede crear un lazo muy fuerte entre la madre y su ternero.

“Las jirafas madres tienden a ser muy protectoras de sus crías. Se han observado jirafas que patean a leones para protegerlas".

No sorprende que los teneros no tengan ningún apuro en separarse de sus madres y que puedan mantenerse dependientes de ellas por hasta 22 meses.


 

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