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11/4/15

Cuando se vive alquilado en “la casa de los triunfos”

Romeo está peinando ciudades de la unión estadounidense, así como importantes plazas latinoamericanas y europeas, en multitudinarios conciertos, reafirmando el fenómeno de popularidad que es.

Supera con creces a muchas figuras artísticas del mercado anglosajón, y se ha convertido en uno de los cantantes hispanoparlantes que mayores recursos genera con su música.

Su impronta por los grandes escenarios es, empero, resultado de una planificación y una estrategia que le lleva a no servirse de todo lo que le ponen en la mesa.


El año pasado llenó dos veces el Yankee Stadium en Nueva York, en una hazaña sin precedentes.
En la gira de este año ha evitado tocar la plaza, aunque ha estado en la periferia en estados vecinos. La está preservando, para no saturarla, ni quemarla, lo cual es inteligente de su parte y de quienes manejan su agenda.

Aquí por ejemplo, según se sabe, rechazó una jugosa oferta que le hacía un canal de televisión para su participación en su concierto de aniversario, no porque careciera de importancia, sino por el hecho de que tenía presentaciones cercanas en la misma plaza.
El comportamiento de Romeo y el manejo que tiene debería imprimirse en un librito a manera de manual, para darle clases a ciertos bachateros criollos que saturan los mercados, y desde que pegan un tema, andan como los pordioseros recogiendo centavos con un sombrero.

No salen de Nueva York cantando en los mismos lugares creyéndose la última CocaCola del desierto.

Lo mismo que las plazas recurrentes de los países de Europa donde hay dominicanos.
Para ellos, ¡eso se llama triunfar!, y hay que darles premios.

Y no son más que inquilinos, con dos meses de depósitos y el pago de un mes por adelantado, en el alquiler de “la casa de los triunfos”.

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