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25/8/15

Varios sacaron partido a sus personajes en Pueto Pa´mi, otros quedaron por debajo

Con el éxito de taquilla que reporta la película “Puesto pa´ mi” es previsible que en los próximos meses los productores del cine nacional se vuelquen  a generar historias protagonizadas por figuras de la música urbana.
Es un aspecto positivo que, en proporción importante, los exponentes de las manifestaciones artísticas populares en boga respondan a nuestra identidad cultural, y no que necesariamente prevalezcan las imposiciones desde fuera.
Actualmente, los artistas urbanos son los que generan mayor movilidad social en el medio dominicano. Ya que jóvenes que provienen de los barrios más carenciados pasan con gran agilidad a ostentar estilos de vida elevados.
Ya antes aconteció con el merengue y la bachata, pero con la particularidad de que ahora este medio soporta que existan varios exponentes urbanos pegados de manera simultánea, lo que fue difícil en los años de gloria del merengue y una coyuntura que muy escasas veces se daba para la bachata.
Se dice, y parece que es así, que el mercado bachatero solo soporta una figura pegada en cada momento, y de hecho, hace tiempo que no hay ninguna dominante, al menos en similares términos de hace pocos años.
Pero de vuelta a la película protagonizada por Mozart La Para y El Mayol Clásico, hay que resaltar que sí bien el primero se beneficia de su carisma y atracción para resaltar en la pantalla, el segundo “se lo come con yuca” en materia de actuación.
Entre gente que aprecia cine hay el consenso de que El Mayol tiene las condiciones para profundizar en su incursión, y es que sobre la base de su talento innato aprovechó las clases de la veterana Yamile Scheker.
Mozart La Para, a diferencia de su antagonista, no fue tan convincente. No se le aprecia interpretar, asumir su personaje. Una de sus principales dificultades es con la voz, muy lineal y plana, al punto de que casi no inflexiona al hablar.
Creíbles resultan actores como Pepe Sierra, la revelación de este filme, y que con su brillantez demuestra la necesidad de que los casting locales identifiquen y sean integrados por talentos verdaderos para el cine, y no por improvisados.
Adecuados, también, el experimentado Teófilo Terrero y Tony Almont, quien tiene presencia y sabe vender con naturalidad y movimientos y gestos precisos su personaje de gatillero y gorila a sueldo, producto tal vez de su experiencia en producciones multinacionales.
A Yamile Scheker no le ayudan los parlamentos acartonados que le reserva el guión, melosos y poco naturales, lo que arruina sus potencialidades y notable expresión corporal.
 La musicalización incidental y la banda sonora constituyen otro acierto de la película, pero desde mi punto de vista resulta machacona la mención de su responsable, Alex Mansilla, que se cuela como “inspiración” en una de las piezas finales.
Lo mismo que sucede con la intervención de nada menos que el inversionista y gestor de esta cinta, quien aparece como entrevistador en una secuencia. Ese tipo de recursos conviene desecharlos ya que su condición de productor de un film tan exitoso es su mayor promoción.
En cambio, la publicidad comercial está insertada de manera más inteligente en Pueto pa´mi, a diferencia de otras producciones que la saturación comercial se refleja en rechazo a los productos auspiciadores.
Al chispeante Domingo Bautista debieron colocarlo en su propio rol de figura pública y no intentar inútilmente que encarnara un personaje.
Gerald Ogando, Aquiles Correa y Johnnie Mercedes quizás debieron meditar antes de ganarse el dinero que les reportó esta película, donde asumen roles totalmente intrascendentes, que no honran la proyección que este trio ha ganado últimamente.

Al menos, debieron ser más activos, y exigir que guionista y director les otorgaran más sentido a sus papeles, totalmente prescindibles.

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