Si con algún nombre hay que bautizar al moribundo 2015, es con el del Año de los Escándalos, en el que los dominicanos vimos no sé cuántos, en una especie de zafra macabra de la que se ignora la fecha de llegada del tiempo muerto, como decían en las antiguas centrales azucareras cuando los molinos se apagaban. A lo largo de los últimos 365 días hubo escándalos de todos los colores ,de todos los precios y para todos los paladares, chorreaban por doquier, uno sustituía al otro y el nuevo siempre era de mayor calado.
Una mínima muestra nos retrotrae a esos momentos como el que afectó a la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, cuando un arquitecto se habría dado un pistoletazo en un baño de esa institución en protesta por la mafia a que era sometido para el pago de las cubicaciones, el líazo de la desaparición de la droga del DICAM, acto vergonzoso que cuestiona la lucha contra el narcotráfico.
La llegada al país de Quirino Ernesto Castillo Paulino y la denuncia de que prestó millones de pesos al expresidente Leonel Fernández, y, como un buen “inglés”, le exigió el pago de la deuda, lo que sacudió los cimientos del país y de ñapa lo sacó de la competencia por la nominación presidencial del peledeismo.
A todo ello le sigue la modificación constitucional para introducir la figura de la reelección en el texto de la Carta Magna, hecha en un parpadear de ojo y chorreando dinero para completar el quórum. Añádale a ese cóctel, el lío del Banco Peravia, todo lo acontecido alrededor de la justicia, el caso de secretario de Organización del Partido de la Liberación Dominicana y senador por San Juan, Félix Bautista.
Me quedan otros por citar, que mi memoria en estos días festivos no alcanza a recordar, pero seguro mis lectores los tienen presentes y completarán la lista, como si fuera un enorme rompecabezas hasta dar forma al corpulento cuerpo de la corrupción dominicana. ¿Cómo discurrirá el 2016? Esa es una pregunta que muchos nos hacemos, mientras albergamos la esperanza de que al laisser faire laisser passer frente a los desafueros contra los recursos públicos y el régimen de impunidad, tengan algún día su punto final.
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