SANTIAGO.-En los últimos años, en la República Dominicana la fiebre de hacer cine entró con fuerza. Así sucedió con la siembra de tabaco, cuando personas sin conocimientos se abocaron a sembrarlo. Finalmente, cuando se movió el cedazo, quedaron en el oficio la gente que sabía de eso.
Ahora, la fiebre es realizar películas, con argumento o sin él, con guión o sin él, simplemente estamos produciendo películas sin ningún criterio, sin ningún razonamiento, ni interés de aportar calidad a la lista de películas criollas.
Ahora, los jóvenes acuden a las escuelas principalmente con el interés, no de presentarse en un teatro, sino de participar en una película que permita que su rostro se proyecte en pantalla gigante y simultáneamente en distintas salas de todo el país y así ver realizado su sueño de participar en una película, no importa cómo, no importa en qué.
Esa misma industria cinematográfica naciente, más allá de apoyarse en los actores formados, prefieren hacerlo en torno a figuras de la televisión. Se utilizan cómicos que reproducen sus frases y personajes en gigante más allá de un cine de calidad que avance a pasos lentos y firmes.
Más allá de un cine que avance en cantidad y garanticen un rotundo éxito de taquilla, no se está poniendo como prioridad la calidad, sino solo las recaudaciones de películas de factura criolla.
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