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9/1/14

Una mujer china cuenta como la obligaron abortar a los siete meses

Cuando está lúcida, Gong Quifeng recuerda cómo imploró misericordia. Varias personas la maniataron de la cabeza, los brazos, las rodillas y las piernas en la cama de un hospital, tras lo cual le dieron una inyección en el estómago que induce partos.

Tenía un embarazo de siete meses de lo que hubiera sido su segundo hijo varón. La droga hizo que el niño naciese muerto luego de 35 horas de dolores insoportables. Funcionarios de la provincia sureña de Hunan la obligaron a abortar en cumplimiento de una política destinada a limitar el crecimiento poblacional.

“Fue el momento más doloroso de mi vida, el dolor fue más fuerte que cuando das a luz. Es algo que no se puede describir”, declaró Gong, de 25 años, en una reciente entrevista en Beijing. “Y se convierte en un trastorno psicológico. Me siento un cadáver que camina”.

Luego del aborto, ocurrido hace dos años, a Gong se le diagnosticó una esquizofrenia. La mujer fue a la capital con su marido para pedir que le cubriesen los costos del tratamiento, pero terminó siendo detenida en pijamas por la policía, en un episodio filmado por The Associated Press.

Los abortos forzados son considerados una forma aceptable de controlar el crecimiento de la población, pero están prohibidos si la mujer tiene más de cinco meses de embarazo. Sin embargo, nadie ha sido responsabilizado por el aborto de Gong a los siete meses y otras mujeres que atravesaron por experiencias similares tienen también problemas para que se haga justicia y reciban compensaciones.

Observadores dicen que da la impresión de que los abortos forzados están disminuyendo, pero hay informes de que se siguen haciendo.

Si bien China anunció en noviembre un relajamiento de su política de un hijo por pareja y dijo que se permitiría un segundo niño, la estructura creada para garantizar el cumplimiento de la vieja norma fijando límites a la cantidad de habitantes que puede tener una región sigue en pie. La nueva política, por otro lado, no abarcaba a Gong, porque permite a una pareja tener un segundo hijo solo si tanto el padre como la madre no tienen hermanos.

“El sistema no cambió en absoluto”, aseguró Liang Zhongtang, demógrafo de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai. “Sigue estando prohibido tener más hijos que los permitidos por el gobierno y resulta inevitable forzar abortos si una quiere tener hijos que no son permitidos por el gobierno”.

El gobierno central condena los abusos por parte de las autoridades locales, pero al mismo tiempo les exige cumplir con las políticas de planificación familiar.

“Los problemas surgen cuando los encargados de verificar el cumplimiento de la policía son estrictos. Sin apelar a métodos brutales, no pueden hacerlo”, expresó Liang.

El gobierno central fijó límites al tamaño de las familias alrededor de 1980. La mayoría de las parejas urbanas podían tener un solo hijo y las rurales dos si el primero era mujer. Las esterilizaciones y los abortos forzados proliferaron.

 

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