En uno de los convulsos días en los finales de los “12 años de Balaguer”, Johnny Ventura compartía en una cafetería con un policía que conocía, y vivió allí el susto más grande de su vida.
Entre bocadillos, mientras se prolongaba el encuentro, el agente, vestido de civil, comienza a temblar, y con los nervios apoderados de él, tampoco podía articular palabra.
Ventura, que antes había recibido amenazas que nunca consideró importantes, durante la Era del presidente Joaquín Balaguer, le pone la mano en el hombro al amigo y le pregunta muy serio qué le pasaba.