Roque, que con su candente ritmo musical dividió el merengue en dos: el que se hacia en República Dominicana, y el que producía su orquesta en New York, expresó que no permitirá que nadie se lucre de tantos años de esfuerzo y trabajo, para mantener el nombre de la Gran Manzana en el sitial que se encuentra.
Explicó que sacrificó en un momento y por un largo tiempo- su carrera, para no relajar su agrupación. “Yo me negué a arrastrarme en el lodo en los años en que varios productores de espectáculos se disputaban la plaza neoyorkina, en una competencia sin precedente. Imagínate que los grupos musicales los ponían en tarima a un dólar la entrada”.
